lunes, 11 de febrero de 2013

Reflexiones sobre el activismo, los privilegios y las dinámicas de poder.


Por Antonio Perdomo Rodríguez

En el vuelo de regreso a casa, como otras tantas veces mi cabeza es un hervidero de ideas, pensamientos y reflexiones, en esta ocasión y desde la estrechez y soledad de mi asiento puedo plasmar parte de esas reflexiones en estas líneas, espero además de manera ordenada dentro de mi desorden conductual,  y así compartirlas en este blog, que dicho sea de paso, tengo bastante descuidado por aquello de mi mayor implicación en el activismo institucionalizado.

Desde hace tiempo hay un par de cuestiones que rondan mi cabeza, y que parecen estar resueltas, o al menos muchas personas así lo creen.  El activismo en esencia lo entendemos como aquella actividad abocada a conseguir una sociedad más justa o una extensión de derechos a personas excluidas del mismo, y por la que no recibimos contraprestación económica alguna, es decir: “por hacer activismo no se cobra”, pues dejaría de ser activismo para convertirse en el desempeño de una profesión.

Bueno, aquí me asaltan las dudas y me chirrían algunas afirmaciones del tipo, “Si un/a activista cobra por la gestión “técnica” que realiza para su colectivo dejamos de ser ONG” o  “tenemos que profesionalizarnos”, entendiendo como profesionalizarse contratar a una persona externa al colectivo y ajena al activismo para pagarle por lo que lxs activistas vienen haciendo de manera gratuita.

Estas afirmaciones me parecen preocupantes, por lo que luego explicaré, pero recordando la conversación  que mantenía estos días con una amiga, y en la que me decía que habían personas que coordinaban colectivos sólo si había un empleo de por medio, es decir si eran contratadxs como técnicxs para la ejecución de proyectos y en cuanto que la subvención desaparecía dejaban de hacer  activismo, me viene nuevamente la idea de si lo que queremos que hagan las personas pertenecientes a nuestros colectivos es activismo o esclavismo. Además del peligro que supone exigir a las personas activistas que realicen trabajo técnicos enmascarados en activismo.  Pongamos  un ejemplo, en un colectivo se presenta un proyecto para hacer un estudio sobre la incidencia del consumo de drogas en las relaciones sexuales, y se concede una subvención para contratación de personas desempleadas y ejecutar el proyecto, entonces para realizar el trabajo de campo, es decir hacer las entrevistas se llama a lxs activistxs, trabajo que harán de manera gratuita, pues son activistas, para introducir los datos más de lo mismo, para coordinar el proyecto y supervisarlo se cuenta con la junta directiva del colectivo que, por supuesto, no cobran por el cargo que desempeñan, ni por su implicación técnica en el proyecto (eso sería inmoral), pero para elaborar el informe se contrata a unx profesional que NO PUEDE SER ACTIVISTA, pues claro por aquello de la transparencia, las buenas prácticas y eso de ser una ONG lxs activistas no debemos ser contratadxs por el colectivo… Esto además del retraso que puede suponer pues a esx profesional hay que formarlx y darle la perspectiva bien de género, bien LGBTIQA+, va a cargar a las personas que ocupan los puestos en una junta con trabajo técnico profesionalizado por el que no son remuneradas, y es esta parte la que me resulta más preocupante. Luego diré por qué.

Tenemos montada una estructura social que se sustenta en ejes de dominación y  opresión, eso lo visualizamos fácilmente, pero lo que no vemos con tanta facilidad es que somos dominadorxs y opresorxs en la medida en que todxs tenemos privilegios y utilizamos esos privilegios para exlcuir y poner en oposición a nosotras a quienes no los tienen, por ejemplo, vemos fácilmente que los hombres blancos, burgueses, heterosexuales, tienen privilegios frente a negros precarios y maricas, esos privilegios los visualizamos con mayor facilidad si pertenecemos al grupo excluido por no gozar de ese privilegio social.

Si relacionamos esto con la idea de que las activistas no debemos cobrar, y nos lo creemos sin excepciones, tenemos que: “las personas que podrán ocupar cargos de representatividad y “poder” en los colectivos nunca serán las precarias”, pues lo queramos visualizar o no el activismo tiene un claro coste económico para nosotras, pero además del control del “poder” por parte de quienes tienen el privilegio de tener un empleo asalariado fuera  independiente al activismo y que le permite subsistir, también estamos impidiendo el acceso de quienes no gozan de ese privilegio a sistemas de formación colectivo y espacios de empoderamiento e intercambio de pensamiento y generación del discurso político.

Tenemos que plantearnos y poner sobre la mesa  sin complejos estas cuestiones si no queremos reproducir dentro de los colectivos uno de los ejes de dominación más potentes, “el trabajo asalariado” (entendido como institución de la que parten mucho de los derechos en nuestro país). ¿Somos clase obrera? sí, pero ¿toda la clase obrera podemos permitirnos ocupar de manera gratuita un cargo técnico o profesional, siendo desempleadas y precarias?  ¿Dejamos de ser ONG por intentar repartir ese trabajo entre las compañeras que además de no gozar del privilegio de ser heterosexual, emprendemos una lucha política para cambiar de alguna manera la realidad social, vetándolxs en la contratación, imponiendo como requisito que la persona contratada no sea activista o no pertenezca a nuestro colectivo o no ocupe un puesto en la junta directiva? Si esa es nuestra postura tenemos que tener presente que estaremos creando un nuevo eje de dominación donde las asalariadas usaran ese privilegio para dejar fuera de los espacios de poder, control, formación, etc… a quienes no tenemos ese privilegio y que además gozan de menos privilegios aún pues tal y como esta la situación en nuestro país vemos que las mayores cifras de desempleo la ocupan jóvenes y personas trans*. Debemos correr el riesgo de que cuando desaparezca la subvención, y por tanto el trabajo asalariado la persona que ocupaba ese puesto laboral se vaya dejando vacante además su puesto en el colectivo y deje de ser activista implicadx en cuestiones institucionales, pues ¿acaso le exigimos a la técnica profesional contratada y no activista, que continúe tras la finalización del contrato haciendo intervenciones en nuestro colectivo?  Es decir, trabajar sin contrato y sin salario!!! Uf que va menuda conducta, tan antisindical y propia de la patronal más opresora.

O imaginemos que una persona que forma parte de una junta directiva, o coordinación de un colectivo, que además de activismo y voluntariado realiza trabajos profesionales para la entidad de manera gratuita y además dona al colectivo los ingreso que eventualmente podría recibir por ponencias, charlas, etc... Pues tiene un trabajo asalariado en una empresa privada o pública independiente al colectivo, y supongamos que en un momento determinado lx despiden, y por lo que fuere no tenga, o se le termine la prestación por desempleo. ¿podríamos exigirle a esta persona que continúe con la misma implicación y el ritmo anterior, y no ya el altruismo sino que siga haciendo donativos?

A mi entender la afirmación de que una ONG deja de serlo cuando, lxs activistas se profesionalizan y ejecutan trabajos profesionales para la sociedad y para el bien común, y además cobran por ello dejamos de ser ONG, pero nos parece bien la contratación de unx profesional que a la finalización de su contrato se desvincula total y absolutamente. Me parece un insulto no sólo a lxs activistas sino a la inteligencia. No se nos puede imponer  a las personas desempleadas la gratuidad en el desempeño de tareas profesionales, simplemente por no gozar del privilegio heterosexual, cisexual, monosexual, etc…, hablando desde el privilegio del salario, eso es esclavismo y lastrarnos con un eje de dominación más.  Y máxime cuando son servicios a la comunidad que debería cubrir la administración pública, pues una de nuestras reivindicaciones como activistas debe ser la exigencia del mantenimiento del estado del bienestar y no contribuir a su desmantelamiento a través del esclavismo.

Los privilegios de los que hablaba antes no se desmontan renunciando a ellos, sino tomando conciencia de que se tienen y no utilizándolos para crear otro eje de dominación y opresión

Parece que no nos ha quedado tan claro las diferencias entre, activismo, voluntariado y trabajo asalariado o desempeño de funciones profesionales. Bueno no ha quedado claro, o yo prefiero pensar eso antes que pensar en que exista algún interés en teñirlo todo de activismo, para en ese juego de las dinámicas de poder, utilizar mi privilegio para dominar y controlar.

Siempre he pensado que las situaciones se visibilizan mejor con un ejemplo y allá voy con uno: ¿Se imaginan ustedes que para ser Obispx la iglesia católica (que  en España la financiamos lxs españoles dicho sea de paso) tuviera como requisito el no ser “católico practicante” y para ser Obispxs tuviéramos prioridad las ateas? Parece ridículo verdad, pues eso.

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